Con Dior, el glamour volvió a reinar en París. La Semana de la Moda de la capital francesa se ha vestido con sus mejores galas para aplaudir una colección otoño-invierno que vuelve a los orígenes de la firma envuelta en siluetas muy femeninas y con el 'new look' como protagonista.
La mujer de Dior se viste durante el día con la sencilla elegancia de Grace Kelly, de Jackie 'O, y de Audrey Hepburn. Las formas se inspiran en relojes de arena, con cuerpos que remarcan siluetas poco exageradas, cinturas muy acentuadas y explosivos volúmenes en faldas que caen en forma de trapecio hasta la rodilla.
Desterrando el negro de nuestro armario, una de las tendencias más repetidas en todas las colecciones vistas (de Madrid a Nueva York, pasando por Milán y Londres), la paleta de color se mueve entre nudes, tostados y vistosos rojos o azules, y se adorna con sutiles detalles en piel o paillettes.
Al caer la noche, Dior nos invita a soñar con sofisticadas danzas de los siete velos con vestidos dignos de la mejor alfombra roja. La seda y el chiffon se casan con la gasa en matrimonios perfectos que dibujan una languidez etérea y muy sofisticada. La sensualidad se insinúa con ligeras transparencias en escote y faldas que caen hasta los pies. El color, una vez más, huye de la hegemonía del negro y nos deja espectaculares diseños en marino, chocolate, rosa palo y rojo carmín.
Además, fiel a su estilo, la casa Dior cuida hasta el extremo los detalles y complementos. El próximo otoño-invierno, los zapatos se inspiran en los modelos de los años '50, con altísimos tacones gruesos y plataforma; y los bolsos se llevan de mano, con cadenas y mezcla de acabados.
En definitiva, una colección 'muy Dior'. Y, por tanto, perfecta.
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